Leyes de la simplicidad

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  • Ley 1: Reducir
El modo más sencillo de alcanzar la simplicidad es a través de una reducción acuciosa.

El modo más sencillo de simplificar un sistema es la de eliminar funcionalidades. Los reproductores para DVD, por ejemplo, tienen demasiados botones de opciones si lo único que deseas es ver una película. Una solución podría ser eliminar los botones para Retornar, Adelantar, Extraer, y así, sucesivamente, hasta que sólo quede un solo botón: el de Reproducir.

Pero, ¿si lo que deseas es reproducir es solamente una escena favorita? ¿O pausar la cinta mientras que tú vas a ocuparte de ese para- todos –importante asunto en el baño?

La cuestión fundamental es, ¿dónde está el balance entre simplicidad y complejidad?

¿Qué tan simple puedes hacer eso? <—> ¿Qué tan complejo debe ser eso mismo?

Por un lado, deseas que un producto o servicio sea de fácil utilización; por otro, quieres que eso pueda hacer lo que toda persona desearía que hiciese.

El proceso de alcanzar un estado ideal de simplicidad puede ser verdaderamente complejo, de tal modo que permíteme simplificarlo para ti. El modo más fácil de lograr simplicidad es a través de una reducción acuciosa. Cuando dudes acerca de algo, sólo quítalo.


Ley 2: Organizar

La organización logra hacer ver a un sistema más reducido de lo que es

El hogar es usualmente el primer campo de batalla que me viene a la mente cuando enfrento el reto diario de manejar complejidad. Las cosas inservibles simplemente parecen multiplicarse. Hay tres estrategias consistentes para lograr simplicidad en el ámbito del vivir:

1) Comprar una casa más grande,
2) Poner todo lo que realmente no necesites en almacenaje, o bien,
3) Organizar tus bienes personales en un orden sistemático.

Estas típicas soluciones tienen resultados diversos. Primero, una casa grande reduce enormemente el desorden por razón de su espaciosidad. Pero, en última instancia, un espacio más grande posibilita mayor desorden. La ruta del almacenaje incrementa el monton del espacio vacío, pero también, a final de cuentas, puede ser inmediatamente colmado por más objetos inservibles, que a la larga, también ameriten ser almacenados. Por lo que la mas viables es la opcion final, organizar nuestro espacio.

Sin embago si tomamos esta ultima opcion inevitablemente tendremos que hacernos la pregunta más relevante “¿Qué va con qué cosa?”. De acuerdo a esto, en un closet puede haber grupos de elementos como corbatas, camisas, pantalones, sacos, calcetines y zapatos. Un guardarropa de cien piezas puede ser organizado en seis categorías, y ser manejado con un adecuado nivel y una gran eficiencia. La organización consigue hacer ver a un sistema como si fuese menor a lo que es. Por supuesto, esto será posible sólo si el número de grupos de ordenamiento, fuese menor que la cantidad de elementos para organizar.


Ley 3: Tiempo

Economizar tiempo hace sentir simplicidad.

Las personas en promedio gastan al menos una hora al día en una fila de espera. Agreguen a esto los incontables segundos, minutos, semanas, desperdiciados esperando en algo por lo cual no amerita formarse para nada.

Algo de esas esperas es engañoso. Nosotros esperamos que el agua salga del grifo cuando giramos llave. Esperamos a que se caliente al agua en la estufa y nos sentimos impacientes. Esperamos a que cambien las estaciones del año. Puede ser frecuentemente tenso o molesto: aguardar que se cargue una página web, aguantar un tráfico pesado, o esperar la entrega de los resultados de un examen médico.

A nadie le gusta el sufrimiento y la frustración de las esperas. Todos nosotros, consumidores y compañías, frecuentemente tratamos de hallar modos de aligerar los procesos que consumen tiempo. Vamos por nuestra propia cuenta para encontrar la opción más fácil o cualquier otra estrategia para reducir nuestra frustración. Cuando alguna interacción con productos o servicios nos proporciona satisfacción prontamente, nosotros atribuimos su eficiencia, a la simplicidad percibida de su acontecer.

El poder lograr una eficiencia notable en tiempos reducidos, está ejemplificado en los turnos nocturnos de entrega de FedEx, y también el proceso de envíos de hamburguesas de McDonalds. Cuando estamos obligados a esperar, la vida parece ser innecesariamente compleja. Economizar en tiempos hace sentir simplicidad. Y nosotros somos felizmente leales cuando eso ocurre, lo que es raro ya.

Ley 4: aprender

Conocer hace todo más simple

Manipular un tornillo es engañosamente simple. Sólo hay que insertar en la cabeza del tornillo la punta apropiada- ranurada o Phillips- de un destornillador. Lo que sigue no es tan simple, si acaso se ha observado a un niño, o a un lamentablemente obcecado adulto, dar vuelta al tornillo en la dirección equivocada.

Mi hijo recuerda esta regla a través de un procedimiento mnemotécnico ideado por mi esposa, “Derechito, correcto, Zurdito, extraviado”. Personalmente yo utilizo la analogía de un reloj, y sincronizo el movimiento acorde a las manecillas, a la correcta penetración de la curva del tornillo. Ambos métodos están sujetos a la segunda ley del conocimiento: conocer derecha en contraposición a izquierda, o conocer hacia cual de las manos giran las manecillas del reloj. Así entonces, operar un tornillo no es tan simple como aparenta. ¡Y esto sucede con un objeto tan aparentemente sencillo!

Así que, si bien el tornillo es un diseño simple, tú necesitas saber hacia dónde girarlo. Conocer hace todo más simple. Esto es cierto para cualquier objeto, no importa que tan difícil sea su uso. El problema con tomar tiempo para aprender una tarea es que frecuentemente tú piensas que estás perdiendo el tiempo, una violación a la tercera ley, la de Tiempo. Nosotros estamos bien advertidos acerca de la clásica “equivocación de la primera vez” – decir “No necesito estas instrucciones, sólo déjame hacerlo y ya”. Pero de hecho este método frecuentemente motiva más desperdicio de tiempo que seguir las instrucciones de un manual.

Ley 5: Diferencias

La simplicidad y la complejidad se precisan una a la otra.

Nadie desea comer solo el postre. Incluso un chico que tiene permitido comer helado tres veces al día, tendrá alguna vez que llenar su “dulce” dentadura. De la misma manera, nadie desea tener sólo simplicidad. Sin el contrapunto de la complejidad, nosotros podríamos no reconocer la simplicidad cuando nos la encontremos de frente. Nuestros ojos y nuestros sentidos crecen, y a veces retroceden, siempre que experimentamos diferencias.

El conocer contrastes ayuda a identificar cualidades que nosotros deseamos- las cuales están frecuentemente sujetas a cambios. Yo personalmente no gusto del color rosa, pero lo prefiero ciertamente como un ámbito de brillantez extrema, a comparación de un monótono mar de verde oliva.

El rosa aparece audaz y vibrante comparado con su oscuro y mudo alrededor. Nosotros sabemos cómo apreciar algo mejor cuando podemos compararlo con otra cosa.

La simplicidad y la complejidad se precisan una a la otra. En los mercados más complejos, lo más simple es lo que prevalece. Y por el hecho de que la tecnología sólo continuará creciendo en la complejidad, es un claro beneficio económico adoptar una estrategia de simplificación que pueda ayudar a situar tu producto aparte. Una que explique como el establecer un sentimiento de simplicidad en el diseño, requiere de hacer la complejidad conscientemente accesible en alguna forma explícita. Esta relación puede ser manifiesta son referencia al mismo objeto o experiencia. O, en contraste, con otros ofertados en la misma categoría- como por ejemplo la simplicidad del iPod en comparación con más complejos competidores en el mercado de los reproductores de MP3


Ley 6: Error

Algunas cosas nunca pueden ser hechas más simples

Ley 7: La más importante, la única

La simplicidad tiene que ver con sustraer lo obvio, y adicionar lo significativo.